"Para un entrenador el resultado final no se lee en puntos a favor o en contra, sino cuántos hombres y mujeres han salido de tantos jóvenes jugadores”

domingo, 16 de enero de 2011

CUANDO TODO PARECE QUE SALE BIEN... (VICTORIA DEDICADA A FRAN CASAL Y ANTONIO MIÑARRO)



La crónica del CB Lumbreras-La Unión, por José David Millán. Fotos de Lola Gómez y Raquel Sarria.

...Y entonces pasa... Llega un momento, una hora, un día en que todo sale bien. Y el equipo juega como equipo. Y cada balón se pelea como si de ello dependiera tu propia vida. Y cuando atacas te sale todo. Y el otro equipo no puede responderte, impotente. Te entran hasta los tiros libres. La diosa fortuna está de tu lado. Y el entrenador da las órdenes precisas, necesarias, rota el banquillo de forma correcta y toma decisiones que aún siendo sorprendentes, son vitales para el devenir del juego. Y sale Carlos de titular y anula con su marcaje a uno de los jugadores importantes del rival. Y encima se clava un triple. Y Santi, después de un año sin jugar, vuelve y mete 3 triples en el primer cuarto, da unas cuantas asistencias y se deja hasta el último huesecillo de su maltrecha rodilla sobre la pista. Y Erre juega más suelto, se erige en ese general de las tropas que en medio de la batalla dice "aquí estoy y yo", y pelea a su antojo, en libertad, se desenvuelve donde más le gusta. Y Dani vuelve una vez más a demostrar por qué si se centra en el juego es uno de los mejores de la categoría, mete 20 puntos y le dedica un triple a su abuela y a su madre que están en las gradas disfrutando de que su pequeño, con sólo 18 años, se está haciendo un grande con mayúsculas. Y ellas se levantan, aplauden entusiasmadas. Igual que Carlillos Navarro, futuro Ricky Rubio del Lúa no, futuro don Carlos Navarro, con su botella de agua llena de piedras, dejándose las muñecas raspadas animando desde la grada. Y trayendo a todos esos jóvenes aficionados que abren puertas a la esperanza de que todos los esfuerzos que hace la familia rojinegra de Puerto Lumbreras no son en balde. Igual que todas esas novias, mujeres, familiares y amigos que fielmente se dejan unas horas de su tiempo para ver un partido de la categoría más humilde de este santo deporte. 44 almas que merecen un aplauso no, la ovación más impresionante jamás escuchada. Pero mi pensamiento vuelve a la pista, porque entra Juanda y me quedo encargado de ese largo y cargado de calidad banquillo. Y Juanda no anota ni un punto, pero cumple más que nunca. Y Juan, aunque sabe que no es su día, mete 16 puntos y coge 1,2,3,4, 5, 6 y hasta 7 rebotes. Y no le sale el grito del espartano, pero con su actitud y sus 44 años levanta al resto del equipo. Capitán. Y Domingo juega. Mucho y bien. Y hace que por primera vez me sienta de 0 a 10 un 10 de orgulloso por ese 7 que lleva a la espalda y que dejé yo, que sudé como pude la temporada pasada. Y no hace técnicas, provoca que las hagan los rivales. No habla con los árbitros, lo hace sobre la pista. Y demuestra por qué es el líder de este proyecto durante los últimos tres años, en que ha recibido más palos que palmaditas por salvar al equipo de que desaparezca del panorama. Y a Paco Valera no le sale su mejor partido, pero hace lo que mejor sabe, mucho daño en la pintura, mucha experiencia sobre la cancha. Y Rafa debuta. Estaba nervioso el miércoles. Hoy parece que lleva toda la temporada y la anterior jugando. No está en plena forma, lo sabe, pero le da mucho aire a un Juan que no puede llevar el peso del juego interior durante 40 largos minutos.



Y después de dejar casi finiquitado el partido durante el primer tiempo, llega el segundo y casi la "cagas" con dos parciales desastrosos, con una relajación eterna y unos nervios que parece que el balón no quema, está en el mismísimo infierno. Pero sabes aguantar, tienes nervios pero sigues en el partido. Hay que ganar como sea. Si lo haces tienes a un mundo (3 victorias) el playoff. Pero si pierdes te dedicas a dormir la mona el resto de la temporada. Pero eso no puede ser, somos los espartanos, somos el Lúa. Y todos somos importantes. Y Jose sale y se convierte una vez más en el hombre tranquilo. No le tiembla el pulso ni en los instantes más delicados. Hace su papel, cumple, como gran jugador que es y mejor persona. Y Álvaro refresca al equipo, se coloca en la pintura, no encesta pero se deja todo lo que tiene. Y sabe que le llegará su gran oportunidad. Juventud, divino tesoro. Y Juanfra es Juanfra. Nunca será Shaquille O´Neal, pero pelea cada rebote parecido a él, y está en el banquillo pero no protesta. Y se pasa toda la noche trabajando pero descansa lo que puede e intenta llegar a su hora. Cuando ves que hay pequeñas cosas que cambian te das cuenta de que algo se está haciendo bien, que merece la pena tanto sacrificio a cambio únicamente de satisfacción personal. Y acaba el partido. Respiras. Lo primero que se te viene a la mente: no podemos acabar de esta forma los partidos. Primero porque no hay que relajarse tanto cuando se está sobre la cancha. Segundo porque aún no disponemos de desfibriladores en el pabellón por si a alguien le da algo. Bueno, ni de desfibriladores, ni de hielo, ni de botellas de agua, ni de tiritas y muchas veces casi ni de luz. Cosas de adversidades. Cosas de espartanos. Me viene a la cabeza el personaje que traicionó a los 300 ante los persas. Pero hoy no es día para eso, sino para alegrarse del trabajo bien hecho y de lo mucho que queda por mejorar. La pista se queda casi vacía mientras espero recibir las fichas y la maravillosa hoja rosa que nos acredita como vencedores del partido, mientras los jugadores celebran la victoria en el vestuario. Me gusta mantenerme al margen, son ellos los protagonistas. Los árbitros no salen. Los balones ya están recogidos. Aunque lleve los zapatos y los vaqueros, moriría por tirar unos triples, por sentir por un instante el roce del balón contra mis dedos, el eco del bote de la pelota en el silencio de la gran cubierta del pabellón. Pero no puedo, y aprovecho para recordar (sí, mi mente no para un instante). Y viene a ella Fran Casal y Antonio Miñarro. Y me digo a mí mismo, y coincido con todos los del equipo, que la victoria también es suya, que se la dedico a ellos, que es impresionante la actitud y la madurez demostrada en todo momento, por ayudar al club, por saber que desean estar en esa cancha hasta el final de la temporada pero que de momento sólo lo van a poder hacer durante los entrenamientos. Y miro hacia atrás y no los veo en la grada, pero sé que van a estar, porque son de la familia, son del Lúa, porque son enormemente grandes.
Se interrumpen mis pensamientos. Viene la chica de la mesa con las fichas y el acta. Salgo de la pista. Eso sí, antes echando un último vistazo a ese marcador. Ya se me olvidaba...


¡LUA!

2 comentarios:

juanito dijo...

soy juanico el 11, felicitaciones por la crónica, como siempre de 10, 1º acordarme de los compañeros Miñarro y Fran, se que en estos momentos lo estaís pasando mal, y lo se porque yo pase por una situación similar con mis 23 añitos, 3 años jugando con un equipo en Barcelona, 2 ascensos, y el tercer año en Nacional, ficharon a otro pivot, para mejorar el equipo, pero faltaba una ficha así que quedé fuera, lo pase mal, pero al año siguiente estaba jugando otra vez, y aún no lo he dejado, si me respetan las lesiones cinco años me quedan todavía, de corazón animo a nuestros compañeros y dar la bienbenida a otros dos compañeros viejos conocidos de todos.
FELICITAR a todos por la victoria y seguir trabajando así es un verdadero placer compartir con vosotros este año y los que vengan, ANIMO a todos y a seguir trabajando.

Anónimo dijo...

juan eres un pesao jajajaj bueno 120kl creo que me dan la razon, solo te ha faltao decir que ganaste un concurso de mates y que vuelvan los roling stone jajaj que grande eres aunque me diste un poco el follon en el banquillo me recordaste al fran cuando lo cmbiaron por mi y dijo- me vas a cambiar por ese jajajaja
miñarrooooo, fran el viernes subir a entrenar